sábado, 20 de marzo de 2010

Carta pastoral del Santo Padre Benedicto XVI a los católicos de Irlanda

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CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS CATÓLICOS DE IRLANDA

1. Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia en Irlanda, os escribo con gran preocupación  como Pastor de la Iglesia universal.  Al igual que vosotros estoy  profundamente  consternado  por las noticias concernientes   al abuso de  niños y jóvenes indefensos  por parte de  miembros de la Iglesia en Irlanda, especialmente sacerdotes y religiosos.  Comparto la  desazón y  el sentimiento  de traición que muchos de vosotros experimentaron  al enterarse   de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por   las autoridades de la Iglesia en Irlanda.


Como sabéis,  invité hace poco  a los obispos de Irlanda  a una reunión en Roma para  que informasen  sobre cómo  abordaron  esas cuestiones en el pasado e  indicasen  los pasos que habían dado  para hacer frente a una situación tan grave. Junto con algunos altos prelados de la Curia Romana  escuché lo que tenían que decir, tanto individualmente como en grupo,  sea sobre el análisis de los errores cometidos y las lecciones aprendidas,  que sobre  la descripción de los programas y procedimientos actualmente en curso. Nuestras discusiones  fueron francas y constructivas. Estoy seguro de que, como resultado,  los obispos están ahora en una posición más fuerte para continuar la tarea de reparar las injusticias del pasado y de abordar cuestiones más amplias relacionadas con el abuso de los niños de manera conforme  con las exigencias de la justicia y las enseñanzas del Evangelio.


2. Por mi parte, teniendo en cuenta la gravedad de estos delitos y la respuesta a menudo inadecuada que  han recibido por parte de   las autoridades eclesiásticas de vuestro país, he decidido escribir esta carta pastoral para expresaros mi cercanía, y proponeros  un camino de  curación, renovación y reparación.


Es verdad, como han observado muchas personas en vuestro país, que  el problema de abuso de menores no es específico de Irlanda o de  la Iglesia. Sin embargo, la tarea que tenéis ahora por delante  es la de hacer frente al  problema de los abusos ocurridos  dentro de la comunidad católica de Irlanda y de hacerlo con coraje y determinación. Que nadie se  imagine que esta dolorosa situación se resuelva pronto. Se han dado pasos positivos pero todavía queda mucho por hacer. Necesitamos  perseverancia y  oración, con gran fe en la fuerza salvadora de la gracia de Dios.


Al mismo tiempo, debo también expresar mi convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda,  debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los  graves pecados cometidos contra  niños indefensos. Ese reconocimiento, junto con un sincero pesar por el daño causado a las víctimas y sus familias, debe desembocar en  un esfuerzo conjunto para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes   delitos.


Mientras os  enfrentáis a los retos de este momento, os pido que recordéis  la "roca de la que fuisteis tallados" (Isaías 51, 1). Reflexionad sobre la generosa y a menudo heroica contribución  ofrecida  a la Iglesia y a la humanidad  por  generaciones de hombres y mujeres irlandeses, y haced que de esa reflexión brote el impulso para un honesto examen de conciencia  personal y para  un sólido programa de renovación de la Iglesia y el individuo. Rezo para que, asistida por la intercesión de sus numerosos santos y purificada por la penitencia, la Iglesia en Irlanda supere  esta crisis y vuelve a ser una vez más  testimonio convincente de la verdad y la bondad de Dios Todopoderoso, que se manifiesta en su Hijo Jesucristo…


Puede continuarse la lectura del texto completo de la Carta Pastoral del Santo Padre en este vínculo, en el sitio de la Santa Sede.

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